El niño/a cierra los ojos, pega sus brazos al cuerpo, baja la cabeza y se repliega como una tortuga en su caparazón. Podemos motivarle a realizar el ejerciccio contando una historia. Debemos enseñarle que, aunque no se dé cuenta ni ella lo haga intencionalmente, hay veces en las que su comportamiento molesta los demás e, incluso, le perjudica a él/ ella mismo; ante esto hemos de reflexionar, de autocontrolarse, y para ello deberemos convertirnos en una tortuga.
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